miércoles, septiembre 26, 2007

viernes, septiembre 21, 2007

Tardes libres a jugar. Juagando ando

Chavos,
Pues ahora toca ponernos a jugar juegos de mesa. Trae a tu pareja o pareja de juego o de lo que sea, para Monopolio, Turista, Bingo, Dominó, Poker, Ajedréz, Cubilete, Damas chinas e inglesas, UNO, Scrable, Twister y hasta para ammar rompecabezas de un mil piezas.

Día: Sábado 29 de Septiembre del 2007.

Hora: 4pm en adelante.

Lugar: La Terrazza. San Pedro 150 PH, Col del Carmen,
Coyoacan, 04100, México, DF. (Nota: de adjunto mapa
del lugar).

Dinmámica: Se hacen grupos o parejas para jugar esos juegos de mesa.

Traer: acompañantes, idealmente, si no, pues acá te consigues uno. Ah, y tus bebidas energizantes y botanas y comida, y demás etcéteras que en estos casos deben traerse.

Los esperamos. A jugar, pues.

GRUPO COORDINADOR

"POR EL RESPETO A LA DIVERSIDAD SEXUAL DE LOS JOVENES DEL POLITECNICO”

lunes, septiembre 17, 2007

CLARO – OSCURO CLANDESTINO

CLARO – OSCURO CLANDESTINO (Relato a dos voces)




Entro al lugar sintiendo una emoción que no puedo describir: el simple hecho de hacer una cosa clandestina me excita. Desconozco el lugar y lo que pueda encontrar en él; lo único que deseo es estar dentro y disfrutar de esta nueva experiencia…

En primer lugar yo no quería venir, lo pensé mucho antes de decidirme. Pensé que hacer una cosa de estas a escondidas en un lugar desconocido debería ser aberrante. Y sin embargo, aquí estoy, sintiendo cómo los nervios hacen que sude cada parte de mi cuerpo…
Penetro en el lugar, veo un pasillo semi-iluminado, apenas percibo el camino. Diviso varias puertas y escucho murmullos, sonidos sin sentido, palabras que no entiendo. La excitación crece y mi emoción también…
El lugar me parece algo deprimente porque no me agradan los lugares oscuros, además a mis oídos llegan ruidos que no alcanzo a distinguir. Lo único de lo que estoy seguro es que quiero salir corriendo de aquí, pero, ¡vamos! ya que estoy aquí, pues no me queda de otra que continuar por aquel negro pasillo…
Por fin, me acostumbro un poco a la oscuridad. Al final de este negro túnel veo una puerta. Apoyando mi mano en la pared avanzo hacia el que parece ser el punto más candente del lugar, en donde sé que me esperan los placeres prometidos por mi creciente emoción…
Sí creo que ahora veo un poco mejor, aunque la oscuridad me sigue aturdiendo. Confieso que este halo de incertidumbre me produce algo de miedo, sin embargo, haciendo a un lado mis pensamientos fatalistas continúo hacia una puerta que se ve al final del pasillo…

Mi primera sensación al tocar la perilla de la puerta es de nerviosismo exacerbado, el corazón se me acelera hasta tal punto que necesito respirar con calma, así que me detengo un momento. Todavía no puedo creer que voy a realizar una de las fantasías más emocionantes que mi cerebro había imaginado hasta ahora…
En el preciso momento en que toco la perilla de la puerta, siento nuevamente este impulso de salir corriendo del lugar. Nuevamente me asaltan los pensamientos de que no debía haber venido. Me detengo y trata de calmarme. Me repito que ya estoy aquí y que estoy exagerando mi temor hacia lo que pueda suceder…
Finalmente, después de una última respiración profunda abro la puerta y entro con decisión, en espera de dar rienda suelta a mis bajos instintos: ¿qué no vine a eso?...

Más tranquilo ya me enfrento a la puerta, y extiendo la mano hacia la perilla para hacerla girar. Con duda entro a la habitación, y me pregunto: ¿no es cierto que el sexo clandestino implica un placer especial? (bueno, tengo que confesar que hasta ahora ni siquiera lo había pensado)…
Sí a eso vine, a dar rienda suelta a mis más bajos instintos… termino de abrir la puerta y entro en el cuarto igual de oscuro que el pasillo. Percibo unas sombras, y ahora sí puedo distinguir bien los gemidos. De pronto me quedo helado. No sé qué hacer…
Pero sí, debo confesarlo, el sexo clandestino implica un placer especial… mis nervios aumentan cuando penetro por el marco de la puerta. Escucho claramente los gemidos. Veo la silueta de los cuerpos: mi primer impulso es extender mi mano y tocar…
Algo no me termina de gustar del lugar, creo que es ese olor que golpea mi nariz. Ni siquiera distingo qué puede ser. Al momento de querer dar un paso, tropiezo con algún objeto blando y mojado (¡¿…aaahg…?! ¡¿qué cosa es eso?!). Trastabillo y me detengo en la pared cercana a la puerta. Mi mano toca justo en algo pegajoso y frío…
Ahora es mi deseo el que me ordena que me quede, el cerebro quedó finalmente reducido a obedecer y comandar los movimientos de mi cuerpo. La mezcla de olores, unos reconocibles y otros no, hacen que me encienda. Sigo el movimiento de mi brazo que toca un cuerpo cálido que se estremece al contacto…
El placer desaparece por completo… la orden imperante es salir corriendo… huir del lugar... No lo pienso dos veces, regreso a la puerta y salgo con dolor de estómago y ganas de vomitar…
Mis sentidos no dejan de decir ¡quédate!, ¡quédate!… Los pensamientos c
esan al mismo tiempo que varias manos empiezan a recorrer mi cuerpo… No me queda más remedio que abandonarme al placer clandestino…
FIN - FIN




AAE – Sep 2007

Aventura Nocturna

Aventura Nocturna

Otra vez una noche de soledad, sin nadie cercano para abrazar o abandonarse a actividades eróticas.
Doy vueltas en la habitación recordando la última aventura nocturna contigo: un ambiente tranquilo viéndote desnudo en la cama, susurrándote deseos al oído… y de nuevo tener conciencia de mis pasos en medio de la habitación…
De pronto, una idea se me presenta clara e insistente: salir a la calle a buscar compañía pagada. El sólo pensamiento hace que me agite, y una corriente sensual recorra mi espina dorsal.
Tomo las llaves del auto y salgo a la búsqueda del mercado nocturno: la calle de las sirenas (o de los tritones). Conozco la calle porque es parte del folklore citadino, información no publicada en ninguna guía turística local o foránea…
Pues no, nadie en la dichosa calle y… “Qué tal si doy la vuelta. Tal vez tenga más suerte”.
Doblo a la derecha en la primera esquina y… diviso una figura. Disminuyo la velocidad y me acerco poco a poco. Intercambiamos rápidamente una mirada nerviosa y difícil de sostener. Lo veo bien… vestido como para ir de fiesta, moviéndose de forma inquieta.
Detengo el auto cerca de él y, cuando me propongo abrir la ventanilla del lado del copiloto, me lanza una mirada con un gesto mezcla de disgusto y sorpresa. A punto de pronunciar la pregunta: ¿cuánto?... me doy cuenta que no está esperando cliente…
Con la cara roja de vergüenza volteo hacia el frente y arranco el carro, hacia la soledad de la noche…
Efrén.(Jul-06)